¿Conocéis el mito de Lira?, ¿cómo nació este instrumento según la mitología griega? Pues poned mucha atención, porque Lucía Giovannini, de 3º ESO A, nos presenta una versión renovada del mito, fruto de su imaginación y al más puro estilo clásico. ¡Enhorabuena, Lucía!
En Magna Grecia,
próximo a una polis, crecía un bosque de tal espesura que ni siquiera la
luz acariciadora que todo consigue tocar, conseguía perforar la primera capa de
follaje, sumergiendo así el bosque en una amenazadora oscuridad que todo atleta
griego temía desafiar.
Erróneamente se presumía que era casa de fieras
infernales, pero toda primera impresión esconde una segunda, a menudo muy
diversa, y así reveló ser cuando Daemon, un joven muchacho llamado a la guerra
para defender y conseguir el aprecio de los habitantes de su ciudad, fue
atraído, mientras descansaba tumbado sobre la pradera cercana a la espesura, por una criatura ignota al
conocimiento humano que se adentró en la floresta, rápidamente blandió su espada
y se inoltró tras ella.
La curiosidad de Daemon latía tan fuerte que pasó tres
lunas y tres soles persiguiéndola entre la negrura hasta que, de repente, las
intrincadas ramas interrumpieron su desordenado juego dando paso a un pequeño
estanque de aguas cristalinas rodeado por arbustos de desconocidas bayas
blanquecinas y tiernas al sabor, las lágrimas plateadas de Selene -diosa de la Luna- volvieron a bañar el
semblante del robusto muchacho, que se ocultó tras la vegetación para conseguir
apreciar la fisonomía de la indómita criatura. Percibió su movimiento desde el
otro lado del estanque y la escuchó trepar por el montículo que se erigía sobre
el agua, allí fue cuando el soldado la vió en todo su esplendor: parecida a un
zorro por porte, pero de rasgos más ligeros y nebulosos, su pelaje reflejaba el
tenue brillo de las ondulaciones del agua del estanque.
El muchacho quedó embrujado por tal aparición, más
bebía de su hermosura, más deseaba atraparla, domarla y gozar del privilegio de
poseer una rareza.
Fue así como, con cautela, se acercó a la criatura y
antes de que pudiera darse cuenta, Daemon ya la retenía con su toga y se volvía decidido a salir de aquella foresta, así fue como tras días de viaje, el joven
exhausto, decidió comprobar el estado de la fiera, desplegó la toga y, en vez
de encontrar a su rareza encontró un magnífico instrumento hecho con los huesos
de la criatura y como cuerdas siete de sus translúcidos pelos sobre cuya caja
de resonancia estaba grabado el nombre Lyra.
Por desgracia la que Daemon había atrapado era una
ninfa de nombre Lyra, leal a Selene, que tras escuchar el desesperado llanto de
súplica de su fiel seguidora, la había decidido convertir en uno uno más de sus
rayos y transformar sus restos en el instrumento de absoluta perfección que
muchos artesanos intentaron replicar pero nadie consiguió reproducir un sonido
igual de latente y embriagador. Además con el tiempo el nombre del instrumento
fue evolucionando y pasó de ser llamado “instrumento de Lyra” a simplemente
“Lira”.