Natalia Fernández (1º Bach. C)
Noble Arturo, noble Arturo,
caballero de valía,
merecedor es tu don
de odas y apologías.
Aunque a su majestad
Eros lo maltrataría.
Pues más digno es su amor
de agonizante elegía.
¡Prestad atención, mortales,
a la hazaña que es su vida!
Rey de pobres y notables,
prisionero de justicia.
Bravo, ilustre y magnánimo,
destinado a la desdicha.
para hallar a la escondida.
De la espada el portador,
por su magia bien temida.
Sobre su ilustre cabeza,
la corona relucida.
En un instante glorioso
suya es la soberanía.
De su reinado sereno
destacó la geometría:
iguales eran sus nobles,
con justicia los reunía.
Sus cruzadas y su fe
son por todos conocidas.
En su busca del Grial
llegó hasta Normadía.
Su alma fiel y valerosa
por el cielo no fue oída,
pues le vino a traicionar,
de todos, su más querida.
Escuchad atentamente,
ya que letal fue la herida.
¡Rey!, en tu amada Ginebra,
de belleza distinguida,
estaba la ingratitud
plantando su cruel semilla.
Y de todos tus leales,
mientras que le sonreías,
se encontraba Lanzarote
mintiéndote con maestría.
Tu corazón destrozó
con sus garras la agonía.
Que ni batallas ni guerras
acabaron con tu vida,
mas los tuyos confidentes
masacraron tu armonía.
¡Pobre Arturo, pobre rey!,
vencido sin cortesía.
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