Rincón literario

del IES Las Encinas

26 de diciembre de 2018

Gracias

IVÁN GARCÍA (3º ESO C)
1º Premio Categoría A, Relato. Concurso "IES Las Encinas" 2018-19

PENSAMIENTOS DE LA ABUELA: Llevo ya unos días aquí. Hoy por primera vez han venido a visitarme algunos familiares; me he fijado en mi nieto, es tan pequeñín... Creo que le ha gustado la residencia; al principio no parecía saber porqué no estábamos en mi antigua casa pero después de ponerse a jugar al escondite en el sótano, se le ha olvidado todo. Me quiere mucho, no ha parado de darme besos. Creo que el pobre no entendía porqué había tanta gente. Le he cuidado muchas veces, pero ya no podré volver a hacerlo, aún podré visitarle, pero no podré volver a quedarme sola con él. Es verdad que aún no estoy mal del todo, pero quedarme sola con él me es imposible. Aún puedo hablar con él, jugar con él, estar con él, pero no llevarle a la cama, darle de comer o llevarle de paseo.

PENSAMIENTOS DEL NIETO: Hoy he ido por primera vez a ver a la abuela a su nueva casa. Es muy rara, no se parece a la de antes, no tiene ni los juguetes, ni las chuches, ni esos aparatos de hacer ejercicio tan raros. Tampoco estaba cerca de la plaza de toros, ¡con lo que a mí me gustaba! Pero es verdad que ésta es mucho más grande. La anterior era un pequeño pisito, pero esta es enorme. Tiene nada más y nada menos que... ¡TRES PISOS! teníamos que utilizar un ascensor y todo, pero no sólo eso, también… ¡UN SÓTANO ENORME! Allí hemos jugado al escondite a lo largo de todos los pasillos y salas, pero lo mejor es que tienen… ¡UN SÚPER JARDÍN! ahora estamos en invierno y no me dejan salir pero tiene que ser divertidísimo en verano. Como la casa es tan grande, la abuela ha invitado a un montón de amigas, la mayoría eran señoras mayores (algunas de ellas daban un poco de miedo), pero también había algunas chicas jóvenes. Había tanta gente que estoy seguro de que la abuela se ha comprado esa casa tan grande para poder meter a todas sus amigas.




P. A.: Hoy ha vuelto a venir mi familia. A mis hijos les reconocía con cierta facilidad, pero a mis nietos no, sus caras me eran familiares, pero hasta que no me decían sus nombres no los sabía. Como siempre, me he fijado en todos mis nietos, hay uno que ha crecido bastante. Me ha estado preguntando muchas cosas, si tenía muchas amigas, si me lo pasaba bien, si me gustaba la comida… También me ha contado muchas cosas suyas; me encanta oír sus historias, me ayudan a llevar bien todo esto. Pero no sólo las suyas, todas las visitas que me hacen mi familia también me ayudan. Sus historias, su apoyo, sus besos… todo eso es lo que hace que no me hunda. Ellos son la llama que aviva mi corazón, por ello doy gracias a Dios por tenerlos. Sé que todo tiene una razón de ser, y todo lo que me pasa puede ser para que mis hijos estén más unidos, al menos, esa es mi esperanza.

P. N.: Esta tarde hemos ido a visitar a la abuela. Yo he ido un poco triste. Papá me ha contado la razón de que hace unos años se cambiara de casa. Me ha dicho que ya era lo suficiente mayor para entenderlo. Me dijo que la abuela tenía una enfermedad (no me acuerdo del nombre, era muy raro) que le afectaba a la memoria y que por ello se iría olvidando de las cosas hasta no acordarse de nada ni saber hacer nada por ella misma. Al llegar no se sabía ni mi nombre ni el de mi hermana. Papá iba en serio, esto era algo grave, así que me he propuesto a hacerla feliz cada día, yo estoy seguro de que hay cosas que son inolvidables, así que si consigo que gracias a mí tenga uno de los mejores días de su vida... ¡seguro que no me olvidará! Por eso le he contado hoy tantas cosas.

P. A.:Esta vez han vuelto a venir a verme unos familiares. Me ha costado reconocerlos, a todos, sin excepción. Ya prácticamente no hablo con ellos, me cuesta hacerlo. Hace ya un tiempo que estoy tan mal que casi no puedo salir de la residencia, y menos sin ayuda, así que ya no me sacan fuera con tanta frecuencia. Había un chico de aproximadamente diez años (tampoco importa, realmente no puedo decir su edad exacta) que no ha parado de hablarme. Su voz, como la de los demás, me resultaba familiar, no puedo reconocerlas, pero me resultan agradables. No sé bien quiénes son, pero hay momentos de lucidez en los que recuerdo que son mi familia, no importa que no me acuerde de sus nombres o que tarde en reconocerlos, sé que son importantes para mí, y con eso me basta.

P. N.: De nuevo, hemos ido a visitar a la abuela. Es la primera vez que le ha costado reconocer a papá; que no nos reconozca a mamá, a mi hermana o a mí es comprensible, pero a papá... al fin y al cabo es su hijo. Siempre que voy me gusta oírla hablar, aunque sea sólo una palabra, pero creo que dentro de poco eso será imposible. Ya casi no puede andar, desde que la operaron de la cadera le cuesta muchísimo. No es porque la operación fuera mal, todo lo contrario, es porque se le está olvidando. Sin embargo, lo que más me ha impactado es que se le está inmovilizando la mano derecha, la retrae, la tiene cerrada constantemente y tenemos que abrírsela; no sabe comer por ella sola, ni nada. Es muy duro verla así, pero lo único que podemos hacer es demostrarle lo mucho que todos la queremos. Yo creo que, aunque le cuesta, siempre nos reconoce y siempre me parece que se alegra de vernos, y cuando eso pasa, me llena de alegría

P. A.: Últimamente me están sacando al jardín. Hoy, en una de esas salidas, han venido a verme unas personas. Me han estado dando de comer, han hablado conmigo… La verdad es que no sé bien quiénes eran, bueno no estoy tan segura, me sonaban muchísimo en algunos momentos, creo que son personas muy importantes en mi vida. Me parece que han venido a verme más veces. Sea como sea sé que son importantes para mí, algo me lo dice, lo siento. La verdad es que me ha arreglado el día. Espero de verdad que vengan a verme más veces.

P. N.: Cuando hemos ido a ver a la abuela estaba en una silla de ruedas. Estábamos en el jardín, la verdad es que las señoras tienen que agradecer bastante que en estos días de verano las saquen fuera. Lo primero que he hecho al verla ha sido mirarle la mano. Está peor de lo que imaginaba. Esperaba que la pelota funcionase. Ya hemos intentado muchas cosas para que no se le cerrara la mano, desde ponerle una tabla de madera en la mano, hasta lo último que fue ponerle una pelota, pero todo se lo quitan porque intenta comérselo. Lo peor es que se le está retrayendo también el brazo y lo tiene casi estático. La hemos dado de merendar. El agua tenía que estar espesada para que no se atragantase. Ya no habla en absoluto. Si la sacamos de la residencia, tiene que ser cerquita de ésta. Tengo que reconocer que esta vez me ha costado reconocerla. Se parecía demasiado a las demás señoras. Pobrecillas, me acuerdo cuando en Navidad les cantábamos villancicos a todas. A mi abuela ya no la tiñen el pelo por miedo a que se lo chupe y pueda ser tóxico. Siempre tiene la cabeza agachada y cuando la gira siempre abre mucho la boca en forma de O, eso es muy gracioso, es como si nos lanzara un beso; como era tan cariñosa eso no se le olvida. Hay que cuidar de ella, se le ha dado la vuelta a la tortilla,todo lo que ella hizo por nosotros (su marido, sus hijos y sus nietos) se lo estamos devolviendo, todo el cariño. Sigo notando momentos de lucidez y creo que aún hay momentos en los que nos reconoce.

P. A.: Hace unos días me puse muy enferma, tenía tos y frío todo el rato. Ha venido mucha gente a verme. Todos me hablaban con cariño, estaban a mi lado. Se nota  que esas personas me quieren. Al siguiente día volvieron a venir, y no pararon hasta que me encontré mejor. Tenían un aire familiar, todo eran sonrisas y gestos de afecto hacia a mí. Estoy segura, sé que me recuperé gracias a ellos, me querían mucho. Me sonaban de algo. En fin, ahora estoy con ellos y solo puedo decir una cosa…                                 

P. N.: Esta semana la abuela ha estado enferma. Hemos pasado miedo, los médicos nos dijeron que tenía una infección respiratoria y que no sabían, que era muy mayor y que estaba muy débil. Le pusieron un máquina de oxígeno. Fuimos a verla todos los miembros de la familia y la verdad es que la máquina de oxígeno ha obrado un milagro. No es la primera vez que pasa, también nos dijeron que tenía una úlcera de estar todo el día sentada y milagrosamente se fue cerrando. Así es mi abuela, dura como una roca. Ahora estoy con ella y pensando en todo lo que ha hecho por mí, solo puedo decir una cosa… GRACIAS.

Dedicado a mi abuela