Florecer inoportuno,
aunque sea primavera.
A gritos llora el alma
en silencio lo hace uno.
Luz opaca que transcurre en mi ventana;
si no yo, triste, marchita.
A lo lejos murmura la alegría espartana.
Que por marzo era, por marzo.
Allá cantaba el ruiseñor.
No preguntaba por qué,
ni cómo, ni cuándo.
Noche en calma,
el viento -¡mira!-
intuye desalma.
No sabe el viejo,
sentado y mudo
qué es lo que está esperando.
Lo sabe el muerto
bajo la tierra oscura;
otro lo está anotando.
Anabella López (4º ESO A)