Rincón literario

del IES Las Encinas

18 de diciembre de 2016

Imagínate



JULIO SABROSO, 4º ESO 

Imagínate que, en vez de haber nacido en un país en el que puedes vivir con privilegios y calidad de vida, hubieras abierto los ojos por primera vez en un lugar sin calles asfaltadas, sin sanidad, sin alimentos, sin agua…
Julia Hernández, 2º ESO A

Imagínate que llega la fecha de tu cumpleaños y no puedes hacer ni una fiesta ni recibir un pequeño detalle, como tan acostumbrados estamos a recibir, así, sin ningún esfuerzo…
Imagínate llegar a casa, después de haber estado todo el día buscándote la vida, y no tener nada que comer o, con suerte, un mísero pedazo de pan y un vaso de agua sucia y sin potabilizar…
Imagínate, imagínate, imagínate… Estamos acostumbrados a vivir imaginando qué podríamos comprar y poseer, deseando adquirir todo tipo de cosas mejores de las que ya tenemos… Tenemos la mala costumbre de querer conseguir cada producto que sale nuevo al mercado y nunca terminamos de sentirnos llenos ni conformes. Nos sentimos tan frustrados que no somos capaces de pensar que, no tan lejos, al otro lado del Mediterráneo, hay gente muriéndose de hambre, mientras que nosotros tiramos un filete a la basura porque ``nos hemos pasado con la sal´´.
Hay gente que usa las mismas zapatillas viejas, sucias y rotas durante años, mientras que nosotros, cada seis meses, cambiamos las nuestras porque ``tienen la puntera despegada´´. Nosotros nos quejamos cuando un avión se retrasa veinte minutos, mientras que otras personas tienen que pagar 1.300€ para salir de su país en una barca hinchable, compartida con otras ochenta personas, cuando el número máximo permitido es de veinte.
Me preguntáis mi opinión sobre este tema y, sinceramente, ¿qué queréis que piense? Creo que, con lo que he escrito, podéis haceros una idea sobre cuál mi punto de vista: nos comportamos de una manera egoísta e injusta cuando nos quejamos por todo, mientras que otros son capaces de sonreír aun no teniendo nada. Creo que, en vez de preocuparnos de problemas insignificantes,  deberíamos tomar conciencia; lo mismo tendrían que hacer los que se dedican a robar millones y millones de euros. El conjunto de la sociedad debería estar ayudando a esta gente a salir de su país.
Posiblemente, uno solo de ellos tenga más valor que todo nuestro país, donde parece que, a la mayoría, les da igual que cada semana mueran personas en las orillas de nuestros mares por intentar conseguir el derecho a la libertad y la felicidad.