Rincón literario

del IES Las Encinas

13 de enero de 2017

Ser profesor por un día


MARÍA SANTAMARINA GONZÁLEZ, 2º ESO A

-Venga, tú puedes – me dije a mí misma.

Me encontraba frente a la puerta de mi última clase. Había tenido un mal día, ya que algunos alumnos un poco rebeldes me hacían muy difíciles las cosas al dar la lección. Uno hablando continuamente; el otro lanzando bolitas de papel…, ¡era muy difícil controlar aquella situación!

Me decidí a entrar al aula, se oía mucho griterío. Al entrar, algunos alumnos se sentaron, otros siguieron corriendo por los alrededores y "pegándose" entre ellos. Yo había aprendido con el tiempo que gritarles no sirve de nada, así que decidí esperar. Pasaron casi cinco minutos hasta que se percataron de mi presencia.

 -Buenas tardes – dije al fin. Todos sacaron los libros y los apuntes y comenzó la clase. Yo desde temprana edad había querido ser profesora, pero hasta finalizar Bachillerato no supe que quería enseñar Lengua. Aquel día, tocaba dar el atributo, algo que a algunos les costaba bastante. Cuando terminé la explicación, empezó la “avalancha de preguntas” de siempre.


-¡No lo entiendo, profe!

-¡Yo tampoco! 

Ser profesora es un trabajo duro, hay que tener mucha paciencia. Tras hacer unos cuantos ejemplos, ya lo fueron entendiendo. Les mandé unos ejercicios para practicar y se pusieron a hacerlos. Paseándome por las mesas, pillé a los niños pasándose notitas y tuve que soltar el discurso de siempre. Yo intento hacer las clases más divertidas para que no se hagan largas, pero algunos no me lo pagan muy bien.

Tras un rato, sonó el timbre y todos se fueron a sus casas. Yo me quedé un momento sentada reflexionando. Daba igual que tuviera que mandar callar, regañar o soportar quejas, me gustaba ser profesora, era mi vocación.